Urna y Altar

Junto con el Sagrario, son los lugares más significativos e importantes del Santuario, ambos íntimamente unidos, como expresando aquello que fue una constante en la vida de esta joven ecuatoriana. Ahora su cuerpo terrenal reposa junto a su amado, bajo el Altar, allí donde incesantemente se realiza aquel sublime acto de amor y de entrega de Jesucristo a su Iglesia: La Eucaristía.

En el centro, delante del Sagrario, está en el Santuario el alter – tumba, donde se celebran las Eucaristías, y donde reposan los restos de Santa Narcisa de Jesús. De manera admirable y poco común, se ha conservado intacto el cadáver de nuestra santa, a pesar de que estuvo inicialmente enterrado en el Beaterio del Patrocinio en Lima.

Narcisa vivió intensamente el llamado del amor en medio de oraciones, ayunos, mortificaciones y penitencias. Todo su ser estuvo en tensión hacia el amor de Dios y de los hermanos. Vivió con lo necesario e indispensable, por lo que la purificación continua de toda su persona ha sido coronada por la disecación natural de todo su cuerpo; esta presencia es una señal que recuerda a todos los fieles cristianos las maravillas que hace el amor cuando es vivido de modo creciente.

Al contemplar los restos mortales de nuestra Santa, todos nos sentimos invitados a recorrer los caminos del amor cristiano de manera siempre más plena. Narcisa se ha convertido así para todos los peregrinos y romeriantes en una invitación continua a la santidad, que consiste en el amor siempre más sentido y practicado.